Sobre una mesa grande de una carnicería abandonada se encuentra el cadáver de una mujer no identificada, cuya causa de muerte no está clara. El cuerpo no tiene ninguna marca, salvo por el hecho de que le han cosido los labios para dejarlos cerrados.
Recién en el momento en el que se está llevando a cabo la autopsia el patólogo revelará el verdadero horror de la situación, un descubrimiento tan devastador que el detective Robert Hunter de la Sección Especial de Homicidios de Los Ángeles debe ser retirado de otro caso para quedar a cargo de esta investigación.
Pero cuando su indagación se topa con un caso de personas perdidas que está siendo investigado por la afilada Whitney Myers, Hunter sospecha que el asesino podría estar manteniendo secuestradas a varias mujeres. Pronto Hunter se ve envuelto en la búsqueda de un asesino con una obsesión enfermiza, un acosador cuyo amor se ha convertido en odio.