"A los catorce años conseguí mi primer trabajo. Fui mensajero en un almacén de vestidos y como era tan inquieto, rápido, curioso y enérgico, me puso el apodo de "Pulga Arrecha". Desde entonces siempre he sido así, no veo obstáculos porque la vida solo nos ofrece oportunidades.
Nunca he dejado nada para el día siguiente y mi clave ha sido insistir siempre. A mí me ha gustado en la vida hacer que las cosas sucedan, encontrar cómo resolverlas, proponer soluciones y salir adelante, no para obtener beneficios individuales sino viendo siempre omo generar mejores condiciones para la sociedad.
El éxito, al final, es el resultado de hacer bien las cosas y que todas las personas también pueden avanzar. Esta es mi historia”, Mario Hernández.