En un día normal y corriente del Cretácico superior, las semillas de la primera y mayor civilización de la Tierra se sembraron en los restos del almuerzo de un tiranosaurio.
Por el autor de El problema de los tres cuerpos
La inteligencia es un destello fugaz en la larga noche de la historia cósmica. Que pueblen la tierra no una sino dos especies inteligentes al mismo tiempo pone en cuestion cualquier calculo de probabilidad. El hecho de que esas dos especies, tan distintas como complementarias, forjen una alianza que a su vez enciende una civilización desafía toda lógica.
Los inicios de la alianza entre las hormigas y los dinosaurios fueron humildes, pero de ella surgieron la escritura, las matemáticas, los ordenadores e incluso los viajes espaciales. Una verdadera era de las maravillas que, sin embargo, hará pagar un alto precio a la biosfera de la Tierra ya quienes dependen de ella.
Pese a todo, los dinosaurios se negarán a escuchar la advertencia de las hormigas sobre el inminente colapso ecológico, y al dejar de hacerlo a la Federación Fórmica frente a un único dilema: destruir a los dinosaurios, aniquilar una civilización… ¿o morir junto a ellos ?